martes, 3 de noviembre de 2015

El Puente del Diablo



Foz de Lumbier, el Puente del Diablo
Por Lumbier pasaron celtas, romanos y dirán que hubo navarros. Su foz, aunque formateada por lo natural, seguirá ahí, donde dirán que hubo un puente que construyó el diablo.

Restos del puente en su parte izquierda con 2 metros de anchura y con 15 de altura sobre el río.
Restos del puente en su parte izquierda con 2 metros de anchura y con 15 de altura sobre el río.
Los bípedos humanos fabulan. La naturaleza es fábula real. Que al antiguo puente y frontispicio de la puerta meridional de la Foz de Lumbier y ahora a sus restos le llamen del Diablo o también de Jesúses una fábula. Relato corto en metraje y argumento que ha servido, durante al menos las últimas siete décadas, para anclar la memoria de padres a hijos a través de la imaginación. Puente estratégico destruido y que durante las Javieradas sigue siendo uno de los hitos del amigable peregrinaje. Dícese sin certificada documentación que en 1812, durante la Guerra de la Independencia, las tropas francesas destruyeron este puente. Y así, rota para siempre esa ruta entre cuencas prepirenáicas, ha quedado hasta nuestro tiempo. Mas sus dos centenares de años mutilado han sido testigos de primera fila del hito del transporte eléctrico del Irati (1912), tren que unía la vieja Iruña y la vieja Zangoza, ciudades navarras históricas por, entre otras muchas cosas, la capitalidad del reino de la primera y por ser la que nunca faltóla segunda.

LA FOZ 

La Foz de Lumbier es el viaje nupcial de Irati y Salazar y su primer amancebamiento sobre una cama margosa. Y el amor se crece al deleitarse del marco monumental de colosos lienzos laberínticos de calizas; donde habitan, crían, se nutren, surcan y planean de pajarera en pajarera infinidad se seres alados de variado calibre; algunos con hechuras aleonadas. Foz donde te atracas de una sinfonía inagotable de colores que van desde el recio caldero otoñal al verde hoja en sazón. Todo esto, que nos regala la diosa Naturaleza, es una realidad tan tangible como de sensiblilidad arrebatadora. Como si lo hubiera construido a conciencia el mismísimo diablo; pero no ese demonio de las tinieblas y los horrores que se recrea en la Puerta del Juicio de Tudela, no; ese diablo que es sagaz, habilidoso, astuto y amigo íntimo de la bravedad y también del agua, del viento, de la lluvia y del hielo. Elementos, estos anteriores, que por antojo y desvarío estrechan el cañón hasta los restos del puente.

Vista de la foz desde los restos del lado derecho del puente.
Vista de la foz desde los restos del lado derecho del puente
 

La construcción está datada en mediados del siglo XVIII. Tuvo un solo arco a 15 metros de altura sobre el nivel del río y que todavía deja medirse en sus dos metros de anchura y casi 30 que alcanzó de lado a lado. Asomándote al muñón derecho se puede gozar de una de las más maravillosas estampas de la geografía de nuestra tierra. El angosto corte tornaliza sombras y ritmos; y el gris de la caliza azulea y la cristalina corriente verdea.

Sería conveniente que alguna institución asegurase el acceso de bajada al lado derecho del puente para que cualquier persona pueda disfrutar de estas maravillosas estampas.

El Puente del Diablo se convierte así en un privilegiado mirador. El sillar de los restos lo humaniza y la fantasía se concentra en la diablura con la que la naturaleza esculpe y sigue creando en cada lado. Imaginería de gran plasticidad que forma series de arcos escarzanos y otros vericuetos de encanto en los tabiques al nivel del curso del río.

Quizá la pasada noche de este 1 de noviembre de 2015, en este lugar, el mismísimo diablo haya visto teatralizado, en plan farra mistérica, alguna de las leyendas sobre ritos de muerte como la de leyenda delMonte de las Ánimas de Gustavo Adolfo Bécquer, de la que tanto gusta representar en Soria; o como la propia de este paraje de Ilumberri: del cómo una moza debía atravesar la foz para buscar alivio para su amatxo enferma y pactó con el diablo el entregarle su alma si éste le construía el puente... Final de leyenda con dos versiones: la que acaba bien (lógico en épocas pasadas más catolicistas) le renombró como Puente de Jesús. El personal fabulante prefiere lo del diablo, que, puestos a hablar de pontífices (constructor de puentes) mola más: da más morbo y emoción.

Por eso creo que hay tantos puentes del Diablo por muchos lugares de Europa. En Iberia los de Castrejana, Tarragona, Misarela... En la Galia está el colosal de Céret, el de Foix... En Italia el Ponte Vecchio de Dronero... Aquí, este de la Foz de Lumbier.

PUENTE DEL DIABLO NATURAL EN EL VALLE DE ARRATIA.

Una diablura de la naturaleza formó el Puente de Jentilzubi, junto a las Cuevas de Baltzola, dentro del Parque de Urkiola. Está formado por un gran bloque calcáreo que se apoya sobre dos laderas. Durante el siglo pasado se le denominó de forma más coloquial como Puente del Diablo por su forma y su dificultad para atravesarlo. Para los niños: impresión, belleza y recuerdo.





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