miércoles, 12 de noviembre de 2014

"Huertas Amigas"




 
El espíritu colectivo de las ‘Huertas Amigas’ se extiende

La Asociación de Mayores Lacarra impulsa un envejecimiento activo mientras proyecta su solidaridad con LAS VERDURAS QUE RECOGE EN  Lumbier
Los voluntarios de la Asociación de Mayores Lacarra, en torno a la improvisada mesa de embasado de verduras en una huerta de Lumbier.
Los voluntarios de la Asociación de Mayores Lacarra, en torno a la improvisada mesa de embasado de verduras en una huerta de Lumbier. (M. ZOZAYA ELDUAYEN)

LUMBIER - El último miércoles de cada mes, un grupo de voluntarios de la Asociación de Mayores Lacarra se dirige a Lumbier para recolectar la verdura y hortalizas de una huerta en la que trabajan, y cuya producción destinan al Banco de Alimentos de Berriozar.

Así lo vienen haciendo desde hace tres años, cuando emprendieron su proyecto solidario de las Huertas Amigas, para apoyar la labor que otros socios y socias desarrollaban en él, recogiendo y donando excedentes hortícolas de hortelanos socios y amigos, para repartirlos entre las familias más necesitadas. “Comenzamos recogiendo un poco de cada huerta, hasta que nos dimos cuenta de que el proyecto necesitaba de una parcela que nos sirviera de base. Pensamos en alquilar una, cuando Pedro Alzueta nos ofreció la suya de Lumbier, y ya ves...”, relata Manolo Burguete. Lo que está a la vista es un cargamento de verduras y hortalizas frescas y limpias compuesto de 250 kg de calabaza, 12 de acelgas, 4 barcas de borraja, 1 de zanahorias y otras de achicorias, junto a lotes (calabazas, puerros y zanahorias) que distribuirán entre 200 familias atendidas.

Este trajín de “gente de fuera” que viene, trabaja, almuerza, carga y se va, no pasa desapercibido por el término de Bayacua, buena tierra de cultivo cuya producción sobrepasa habitualmente el consumo familiar. El espíritu solidario de Lacarra se ha extendido y, más de quince hortelanos de la localidad colaboran con la asociación aportando su excedente. Por el camino de la solidaridad han logrado la implicación vecinal, que se suma a su perspectiva de compartir y repartir.

Han pasado dos años y la experiencia ha alcanzado dimensiones nada desdeñables: más de 25 hortelanos colaboradores, una producción de 8.000 kg de patatas, entregas mensuales de todo tipo de hortalizas, y la participación de setenta jubilados y jubiladas implicadas de diferentes maneras en el proyecto. El balance no puede ser más satisfactorio.

Y es que a las verduras y hortalizas le agregaron el cultivo de la patata, porque se marcaron el reto de cubrir este año la demanda anual del citado Banco de Alimentos. Para ello, se desplazan a Muruzabal, donde otro voluntario les ha cedido un campo en el que han sembrado 6.000 kg, de los que la mitad están entregados, y el resto están en la bajera de Javier Laquidain, en Lumbier.

Entre ambos proyectos, la asociación, que cuenta con casi 300 miembros, ha movido este año a unas cincuenta personas, y se ha responsabilizado, en principio, de suministrar las materias prima simientes, plantas, abonos, cuidando el medio ambiente, herramientas, y transporte. ”En muchos casos, los hortelanos, generosos, aportan no sólo su esfuerzo, sino que también asumen el coste de la materia prima”, recalcan. Las fuentes principales de financiación son: una subvención de 2.000 euros de la Fundación CAN, 1.200 euros de la empresa Zabala Consulting-Innovation, y 300 euros del Banco de Alimentos de Berriozar. El resto lo sufragan con aportaciones voluntarias de socios y socias, para que no afecte al presupuesto del colectivo.

Y como dicen que no hay dos sin tres, Lacarra ya ha dado su tercer paso: desde hace un mes lleva además, sus verduras y hortalizas al Centro de Acogida de la Mujer. De este modo, colabora con el programa DUO, Date una Oportunidad (Ayuntamiento de Pamplona, gestionado por Kamira). “Cada quince días les llevamos puerros, zanahorias, verduras variadas, patatas y echamos una mano a unas 25 madres en acogida con hijos”, explica José Javier de la Era, Txatxo, mientras se acerca a la improvisada mesa del envasado. Antes de formar la cadena de carga al aire libre, cerca de donde se van a juntar los ríos Irati y Salazar, la parrilla espera a las brasas del fuego para el relajado y satisfactorio almuerzo: txistorra, pan y vino. En realidad, es lo de menos.

La imagen es la de la actividad solidaria compartida por una sociedad más humana. Un derroche de implicación y compromiso de gran valor. “Ser capaces de animar todas estas energías, proyectarlas a un fin tan necesario supone el mejor logro de esta iniciativa que, junto con otras muchas a nuestro alrededor, demuestran la vitalidad de una sociedad alejada de esa terrible dinámica de corrupción”, finaliza convencido Burguete.









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