jueves, 9 de agosto de 2012

Recital de Órgano en Lumbier



  
Jornadas de exaltación del órgano recital en Lumbier


Intérpretes: José Luis Echechipía, al órgano de la iglesia de Lumbier; Alfonso Zoco, trompeta y flauta de pico; Coro de Cámara Ad Hoc. Dirección: Ricardo Zoco. Programa: Obras de León Boellman, Henry Purcell, J. S. Bach, Jean Sibelius, Busca de Sagastizábal, Elgar, Fauré y Felipe Gorriti. Lugar y fecha: Iglesia parroquial de Lumbier. 5 de agosto de 2012. Público: Lleno.
 
ES frecuente que leamos en la prensa las diversas jornadas de exaltación de la verdura, el espárrago, el vino… o cualquier producto que se quiera promocionar. En esta ocasión, se quiere exaltar un muy concreto patrimonio musical, un órgano, de esos muchos que hay en nuestra geografía. Así, el concierto en torno al órgano Roqués, instalado en la iglesia de La Asunción de Lumbier por la firma pamplonesa en 1921, iba más allá de la exhibición musical. Era la culminación de dos jornadas de reivindicación cultural, pedagógica y turística del instrumento, dentro del ciclo Portavientos que trata de llamar la atención sobre el patrimonio organístico de Navarra pendiente de especiales cuidados. Ciertamente esta hermosa caja de música, a pesar de que necesita una completa restauración y de que su fuelle padece numerosas fugas, tiene un sonido espléndido. El lleno que se permite el organista José Luis Echechipía -aun con esas limitaciones del instrumento- es de un sonido envolvente y algodonoso, de extraordinaria calidad en los registros -avalada por el buen material de los tubos-, y con una expresión en la fachada que permite jugar con la intensidad y el volumen, haciéndolo ideal para el acompañamiento, tanto a otros instrumentos como al canto. Esto era, sobre todo, lo que se trataba de mostrar en el concierto que nos ocupa, más que de exponer un programa de órgano solo -una tocata de Bach, por ejemplo-, imposible de tocar sin la previa restauración. Las obras, pues, fueron elegidas para que el acompañamiento fuera el protagonista. El minueto gótico de Boëllman, que abría la matinée, hace la presentación del instrumento, plenamente integrado en el espacio y la acústica del lugar, desde su precioso asentamiento en el doble coro y cantoría. Alfonso Zoco, tanto a la trompeta como a la flauta, ofrece, junto al organista, una excelente compenetración y relación de fuerzas sonoras. Este Roqués es un instrumento que arropa pero no tapa. La trompeta sobresale solemne, la flauta se oye nítida y juega con el flautado del propio órgano. Lo mismo ocurre con el apartado vocal: un coro de cámara -dos por voz- que queda engrandecido y transportado con un resultado final de plenitud. El coro, todo hay que decirlo, tiene una buena calidad, sobre todo en voces femeninas. Lo demostraron en la parte a unísono del Ave Verum, de Elgar, una obra de envergadura sonora, asamblearia, con su referencia al gregoriano y que fue uno de los mejores momentos del concierto. En el famoso Cantique de Racine, de Fauré, fue muy bello el juego de voces y órgano con el tema: introduciendo el organista un precioso registro de oboe -casi con sonido de nazarda que este órgano no tiene-.
 
También fue de extrema delicadeza la melodía para órgano, de Ignacio Busca de Sagastizábal, dedicada a Joaquín Larregla, músico, este último, nacido en Lumbier -y que supuso un guiño al lugar-, con contraste entre algunos registros extremos en el órgano que nos hacen presagiar una excelente calidad de sonido si se pudiera llevar a cabo la restauración.
 
El público, que llenaba prácticamente la iglesia, aplaudió con ganas. Y tomó conciencia de que, aunque son tiempos difíciles, tiene un patrimonio musical que hay que cuidar, por lo menos para que no se deteriore más.




  

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